viernes, 26 de agosto de 2016

Extraña calma

Esta etapa se llama extraña calma. Se siente una cierta tranquilidad que ya no sé si es indiferencia o ecuanimidad. Es como si estuviera en medio de un huracán, en el ojo. A salvo, pero con una revolución ocurriendo a mi alrededor. No se si sea desatención, o al contrario, una extrema atención. Lo que sí tengo claro es que en esta intensa tormenta, necesito no perderme. Quiero trazar con mucha claridad las pistas, los trucos, los recordatorios que me hacen siempre volver a casa. Quiero leer aquello que me hace vibrar, que me hace humano. Quiero tener inquietud por las películas, los documentales, por las canciones y todo aquello que le habla al espíritu. Quiero hacer ejercicio, pero para sentirme vivo, no para alimentar egos de ningún tipo. Quiero meditar, practicar la respiración, la contemplación. Quiero tener mi tiempo, en soledad y compartido, pero siempre atento y despierto. Quiero amar la vida, quiero sentirla y disfrutarla. Sé que el lugar en donde estoy no es para siempre y que tarde o temprano los vientos me arrastrarán, pero me gustaría estar listo para que cuando eso suceda, pueda también disfrutar el vuelo con la misma paz que se siente el aterrizaje.



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