viernes, 26 de agosto de 2016

Extraña calma

Esta etapa se llama extraña calma. Se siente una cierta tranquilidad que ya no sé si es indiferencia o ecuanimidad. Es como si estuviera en medio de un huracán, en el ojo. A salvo, pero con una revolución ocurriendo a mi alrededor. No se si sea desatención, o al contrario, una extrema atención. Lo que sí tengo claro es que en esta intensa tormenta, necesito no perderme. Quiero trazar con mucha claridad las pistas, los trucos, los recordatorios que me hacen siempre volver a casa. Quiero leer aquello que me hace vibrar, que me hace humano. Quiero tener inquietud por las películas, los documentales, por las canciones y todo aquello que le habla al espíritu. Quiero hacer ejercicio, pero para sentirme vivo, no para alimentar egos de ningún tipo. Quiero meditar, practicar la respiración, la contemplación. Quiero tener mi tiempo, en soledad y compartido, pero siempre atento y despierto. Quiero amar la vida, quiero sentirla y disfrutarla. Sé que el lugar en donde estoy no es para siempre y que tarde o temprano los vientos me arrastrarán, pero me gustaría estar listo para que cuando eso suceda, pueda también disfrutar el vuelo con la misma paz que se siente el aterrizaje.



lunes, 15 de agosto de 2016

Días densos

Días densos como arcilla secándose
En mis manos. O como lluvia
Que se filtra por la suela de mis zapatos.
Días semi-vacíos como bolsillos
De estudiante. O como aire
En la cabeza de un televidente.
Días lejanos como aquella chica
Que se escapó hacía Alaska
Con un piloto extranjero.
Días crudos como ese huevo
Que lleva adornando
Ese plato con arroz dos años.
Días que transcurren entre
Novelas de John Fante
Y canciones de Extremoduro.
Días densos como arcilla secándose
En mis manos. Pero ya vendrán
Días de espuma para andar en el viento.
Y entonces los días no serán
Excusa para que un poeta
Se pare en un bus de Transmilenio
A gritar:
¡Amigos, yo, con mis zapatos rotos
Y mis poemas de tres pesos,
Soy el rey del mundo!