En la figura que se llama oxímoron,
se aplica una palabra un
epíteto que parece contradecirla;
así los gnósticos hablaron
de una luz oscura;
los alquimistas, de un sol
negro.
Jorge Luis Borges.
Aclaro el concepto de
“oxímoron” porque le da sentido al título. Hablamos del 12 de
octubre, del día del encuentro de varios mundos para formar uno solo, pero no
hay que dejar de señalar que seguimos dándole vida a un oxímoron, seguimos
viviendo en un Universo Delimitado.
Día de la Raza es el nombre con que se denominaron
inicialmente en la mayoría de los países hispanoamericanos las fiestas en
conmemoración del avistamiento de tierra, atribuido generalmente a Cristóbal
Colón por estar al mando, pero que en realidad fue por el marinero Rodrigo de
Triana en 1492, luego de haber navegado más de dos meses. Posteriormente ese
lugar fue llamado América.
Es innegable que el día en que una parte del mundo descubrió
que existía otra, con formas de vida totalmente distintas, pero seres
igualmente humanos, se contribuyó fuertemente a la universalidad del universo,
es decir, a que fuéramos un solo mundo, un todo. Pero ahora que estamos por
festejar el aniversario de dicho descubrimiento, quisiera invitar a la reflexión
sobre el avance que hemos tenido en la destrucción del oxímoron “Universo
Delimitado” o si seguimos fragmentando al mundo.
Sin duda alguna, el avance en comunicaciones, tanto en
carreteras, como en tecnología, ha contribuido al acercamiento, pero no hemos
logrado quitarle los límites al universo.
Y con esto no me refiero a temas de globalización económica,
a derribar las fronteras comerciales o tratados de libre mercado, sino al
sentido más profundo, más elevado… el de vernos todos sin colores, nacionalidades,
religiones, partidos políticos o diferencias de pensamientos, al de vernos
todos como humanos.
Hoy en día todas las noticias llegan rápido de un lugar a
otro. En unos segundos nos enteramos del Caso Fritzl, aquel electricista
austriaco que encerró en un sótano y abusó sexualmente de su hija durante 24
años y tuvo con ella 7 hijos (que a la vez eran sus nietos), todo mientras él
vivía con su esposa en el piso de arriba, fingiendo una vida normal. Pero esa
misma velocidad de la información nos arrebató la capacidad de asombro. Como
Austria suena lejano, dejamos de sentir indignación por ese acto y en unos
segundos pasamos a ver en YouTube algún video de gente que se cae.
Es por eso que hoy, en el Día de la Raza, me gustaría hacer
un llamado a la humanidad. No es el llamado a algo extraordinario, de hecho lo
que les quiero pedir es instintivo y natural, tanto que si simplemente nos
permitiéramos ser, lo estaríamos cumpliendo. La invitación es a que SEAMOS
HUMANOS. A que dejemos de lado si aquella persona que está sufriendo homosexual
o hetero. A que no pensemos si al que se le está negando la entrada al país es
holandés o guatemalteco. A que nos olvidemos si el que murió en guerra es
musulmán o cristiano. A que superemos lo pequeño que nos puede separar, como la
visión política, económica o posición social y nos centremos en lo grande que
nos une, la especie y espíritu. A que comencemos a vernos como hermanos,
pertenecientes a una misma generación, habitantes de un mismo planeta,
compartiendo pensamientos, sentimientos
y actos, entendiendo que el paso por aquí es temporal y qué mejor que
hacerlo juntos, ayudándonos, empujando al mundo para el mismo lado.
Aprovechemos el Día de la Raza y hagámonos una sola raza. Una raza unida y
fraterna que a partir de ahora y cada vez más rompa el oxímoron y lo convierta
en pleonasmo para que podamos decir: vivo en un Universo sin Límites.
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