viernes, 11 de junio de 2010

QUE SUENEN LOS TAMBORES !



En unas horas dará inicio una edición más del Mundial de Futbol y yo, esta noche no dormiré.

Mi cabeza está revolucionada, mi corazón, les juro, late más fuerte (o por lo menos así se siente) y mis ojos tienen un brillo especial, de ese que te identifica cuando estás enamorado. No, es un hecho, hoy no dormiré.

Desde ahora empiezan los rituales. Comienzo por abandonar la rutina individual y empiezo a transformarme en un yo plural, en un yo mexicano. Porque digan lo que digan los mexicanos vivimos de manera distinta el futbol. Me queda claro que apoyar a la selección no es la máxima expresión de nacionalismo, pero seríamos unos desertores si huyéramos de nuestra esencia apasionada, entregada, abandonada en todo aquello que involucre nuestro himno, nuestra bandera… a nuestra gente. El mexicano no apoya a su selección porque sea la mejor. Somos unos fundamentalistas que no aceptamos argumentaciones, porque la razón no importa aquí. Importa el sentimiento. No vale la pena intentar explicar la pasión. Porque si no todos apoyaríamos a la selección que más partidos gana.
Ya está todo listo. No hay tonos grises. Por más que haya muchos colores en las canchas, todo se convierte en blanco o negro. Estamos nosotros y están ellos. Y Nosotros somos los mejores. Ellos son tramposos. Ellos compran a los árbitros. Ellos son los cobardes. Los pechofríos. Perdedores aunque ganen. Para eso está el mexicano, para cantarle al mundo esas verdades. Para gritarle a una televisión y confiar en que entre más fuerte grites, quizás puedas, con las ganas, pegarle a la pelota y desviarla unos centímetros para que entre al arco.

Tal vez sería aventurado afirmar que las tantas ideas que vuelan en mi cabeza y los tantos sentimientos que afloran por mi piel están en el nivel más intenso que jamás han estado, pero tengo que decir que así es. Y tal vez me equivoque, pero ¿saben qué? Me importa un carajo!

Muchos creen que es estúpido tomarse un evento como este tan en serio. Yo no creo que sea tonto, yo estoy seguro de que lo es. Y eso, justamente eso, es lo maravilloso de esto, el no poder controlarlo, el estar escribiendo a las 2 de la mañana sobre lo más irrelevante e improductivo que hay, pero también lo que en estos momentos me mantiene soñando, imaginando, gozando.

Qué suenen los tambores. Que comience la justa del deporte más hermoso del mundo. Caigamos en la pasión estúpida, en la entrega irracional, en la emoción sinsentido… no vaya ser que nos llegue la vida y nos encuentre pensando, en lugar de viviendo.



Alejandro Hermosillo, a unas horas del mundial de Sudáfrica 2010

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